Isis en su Segunda Semana de Dieta: Trabajos y Manjares Seleccionados

Nuestra botánica Superheroína se enfrenta a su segunda semana de dieta con mucha fuerza pero con un gran reto por delante: Un viaje de trabajo. ¿Los compromisos laborales son compatibles con la dieta? Nos lo cuenta:

Aquí mi segunda semana:

Tal y como la primera semana no me había costado demasiado seguir mi plan (era fuerte y poderosa), esta semana he tenido mucho en contra, pero para eso estábamos Hiedra Venenosa, mis shorts fetiches y yo, para plantarle cara a esas tostadas con Nutella o a ese aperitivo en la terraza con ensaladilla rusa, picos, cerveza y aceitunas.

Mi segunda semana comienza con un viaje de trabajo de 4 días a Madrid, con una estancia en un hotel divino y con unos compañeros de trabajo que les encanta comer tan bien como a mi.

Mi mantra: La clave está en saber seleccionar.

La semana iba pasando. El domingo viajábamos a Madrid, yo con un bote gigante de cerezas y litros de aguas, mis compañeros con un bocata de jamón serrano y una cerveza bajo del brazo. Yo en mi asiento, con la música a toda mecha y concentrándome en que en los próximos días el bollito del desayuno del hotel se quedaba en la bandeja.

Llegamos a Madrid justo a la hora de la comida. Nos fuimos corriendo al mismo restaurante al que vamos cada temporada, nos hemos creado una falsa superstición y creemos que nos da mucha suerte.

Camarero: -¿Qué desean tomar?

Yo: -Lubina al papillote, por favor, y una botella de agua.

LUBINA EN PAPILLOTE RETO ALBALÁ

¡Bien! Reto conseguido, las 2:10 horas de AVE habían servido para algo.

Ahora bien, si yo me estaba portando tan bien, no era gratuito, en mi cabeza no paraba de pensar en la cena, iríamos a cenar a un sitio súper cool que habían abierto hacía poquito en Colón. Yo salivaba cada vez que pensaba en ese momento desde hacía una semana.

Llegó la cena y allí fuimos todos después de una jornada de domingo agotadora de trabajo. Pedimos manjares que sonaban a poesía: Croquetas de mejillón en escabeche, tortilla trufada con espuma de patata, straciatella trufada con tomates semisecos y rúcula, coca de sardina ahumada, alcachofas fritas sobre crema de foie. Y aquí estaba yo, salivando, con los ojillos vidriosos de la emoción, probando y saboreando cada plato, me sabía todo a gloria.

Y la semana pasó y yo supe encontrar el perfecto equilibrio entre un desayuno con tostadas, pavo y té, una comida a base de ensaladas y proteínas y sin dejar de ser un poquito gamberra cada noche.

Con todo esto me presenté en la farmacia, y ¿A que no saben qué? Volví a bajar, ya estaba en los 56 kilos y yo dando palmadas con mis orejas de la emoción.

Habiendo siendo gamberra y compensando había logrado el objetivo, bajar ese kilo de esa semana.

Bien, mi mantra y mi sesión de tren habían dado su fruto: 56 kilos ¡Y bajando! Más cerca de mi objetivo.

La moraleja de todo esto: saber seleccionar y comer lo que realmente nos apetece en ese momento, es la clave. Pensar dos veces antes de cometer el crimen y compensar, no dejar tu vida por una dieta, la dieta se tiene que adaptar perfectamente a nuestra vida y si no, es que no es tu dieta.

2 semanas, 2,9 kilos, llevaba el reto perfecto y yo era imparable.

¡A por la tercera semana!

DESAYUNOS SALUDABLES RETO ALBALÁDESAYUNOS SALUDABLES RETO ALBALÁ

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *