En a actualidad, la seguridad alimentaria (en referencia a la higiene alimentaria) está garantizada en la sociedad occidental, es decir, es poco probable que tengamos consecuencias graves por una toxiinfección alimentaria. Sin embargo, la ingesta de metales pesados es un problema menos conocido. ¿Quieres saber más sobre este tema? Pues sigue leyendo.
METALES ESENCIALES EN LA ALIMENTACIÓN
Consumimos metales en la alimentación, esto es un hecho. Es importante recalcar que no todos los metales son un problema, de hecho, la mayoría son necesarias porque son parte de los famosos minerales (el hierro sin ir más lejos, un metal que todos conocemos y que es crucial). Estos minerales se encuentran de forma natural en los alimentos, pero también hay metales que, a largo plazo, son peligrosos para nuestra salud. Esos se encuentran en menor cantidad y están bastante controlados, pero es cierto que, desde la revolución industrial, estos contaminantes han aumentado considerablemente en los alimentos.
Metales esenciales: el hierro, níquel o cobre son metales presentes en la alimentación y NECESARIOS en nuestro cuerpo. Los podemos encontrar en alimentos de origen animal y vegetal, en general, porque son parte de su propia constitución. Estos minerales están en menor o mayor cantidad, el hierro está en mayor cantidad mientras que elementos como el cobre en menor. Estos no son un problema, de hecho, la complicación viene cuando nos faltan.
METALES PELIGROSOS EN ALIMENTOS
Hay otros metales, por otro lado, que sí son un problema de salud. Estos afectan a nuestro organismo y lo dañan, en general a muy largo plazo, pero algunos son capaces de generar una intoxicación. Los tres metales más comunes en el ambiente es el mercurio, cadmio y el plomo.
Plomo: El plomo es un metal conocido por sus intoxicaciones. Antes de saber los problemas que este ocasionaba, era un componente principal en pinturas de juguetes y muchos otros materiales. Al ingerirlo, este daba lugar a problemas digestivos y sistémicos graves. Por ello, ahora el plomo es un metal prohibido y muy controlado. No es común encontrarlo en la alimentación en grandes cantidades, sin embargo, el desarrollo industrial ha llevado este material al ambiente y en muy pequeñas cantidades (no tóxicas) podemos encontrar este material en muchos lugares, incluyendo alimentos. A día de hoy, no encontramos problemas reales por ello, pero debemos tener cuidado con juguetes o productos de otros continentes que pueden no tener una legislación clara sobre este metal.
Cadmio: Este metal afecta principalmente a los riñones, aunque puede ser dañino para diferentes tejidos del cuerpo. El metabolismo del calcio puede afectarse, así como en el corazón, el páncreas o el hígado. Al ser soluble en agua, el cadmio se encuentra en productos de origen animal y vegetal. En los animales lo encontramos, sobre todo, en vísceras y en mariscos. De hecho, el mejillón se utiliza como bioindicador de la contaminación de este metal del ambiente.
Mercurio: El mercurio es un metal que afecta a largo plazo, ese se acumula a lo largo de la vida y, sí lo consumimos con asiduidad podemos llegar a niveles tóxicos. El cuerpo puede eliminarlo, pero es un poco costoso para nuestro metabolismo. Este metal se encuentra de diferentes formas químicas, de esta dependa su vida biológica y su degradación. El mercurio metálico como tal, no se encuentra de forma habitual en los alimentos. Sin embargo, el mercurio orgánico se puede localizar fácilmente, en concreto en pescados. Los pescados azules son el mayor portador, y, al igual que en los humanos, lo acumulan durante su vida, por lo que, cuanto más grande (y por tanto mayor tiempo de desarrollo) es el pescado, mayor cantidad.
COMO REDUCIR SU CONSUMO
Podría parecer alarmante la contaminación por estos metales, sin embargo, sabemos que existe un control exhaustivo sobre ellos. Aún así, hay un grupo de población mucho más vulnerable, y es que, durante la infancia, nuestro cuerpo no está preparado para metabolizar según que contaminantes, además de durante nuestra gestación, ay que estos pasan al feto. Por ello, embarazadas y niños deben ser los que mas cuidado tomen.
En general, el plomo no es un problema, las tuberías de plomo ya no existen prácticamente y los niveles cada vez se reducen más. 
En general el cadmio tampoco parece suponerlo, pero el mercurio ya es otro tema. El mercurio es un contaminante muy presente y que puede supone run problema en las etapas vitales que hemos comentado, así como a largo plazo si nuestro consumo es demasiado alto (esto no suele ocurrir). Para reducir su cantidad esimpotante que, si damos pescado azul a los niños o lo comemos estando embarazadas, prioricemos el pescado pequeño como las sardinas (cuidado con las espinas en niños). El atún en lata suele tener mayores cantidades que el atún fresco, en general el pescado en lata suele tener mayores cantidades por su forma de crianza. También es interesante consumir pescados criados en la Unión Europea donde la legislación es mucho más estricta. Pescados como el emperador o el tiburón deben alejarse de nuestra dieta ya que son los más altos en este contaminante.
Por otro lado, para la población general las recomendaciones son parecidas, ya que, esto no es un problema a corto plazo, si consumimos de forma diaria estos pescados si pueden generarse determinadas afectaciones con el tiempo.
Tenemos la inmensa suerte de vivir en una sociedad con una gran abundancia y seguridad alimentaria, sin embargo, debemos cuidar de las etapas más frágiles de la vida. Por ello, esperamos que esta información y consejos te sean útiles. Y tú, ¿conocías este problema?
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Inés Pérez Gopar.
Dietista-nutricionista.
