Y con mi kilo de más, comencé mi cuarta semana.
En un supuesto, sería mi antepenúltima semana. Pero tal y como conté, algo había cambiado, le había dado al botón del reset y comenzaba con otra actitud.
Habían pasado cuatro semanas desde que decidí unirme al reto, la primera semana fue bastante fácil, estaba motivadísima, era imparable, era más Hiedra Venenosa que nunca. La segunda, también fue bien, con momentos en los que me acordaba de una buena tostada de pan con Nutella, pero fácil de vencer. La tercera, ¡Ay la tercera semana! se me había ido un poco de las manos y caí, caí una y mil veces. Y ya la cuarta, mi mente era otra, había logrado incorporar estos hábitos que nos ayudan a mucho en nuestro día a día y no pensaba en el reto, mi reto y mi dieta eran míos, de nadie más.
Me sentía cada vez más saludable y mejor conmigo misma. Había reseteado y había comenzado de nuevo, pero ahora ya no era un reto, era un plan para toda la vida, que espero no volver a perderlo.
Estaba tan concentrada en estos nuevo hábitos saludables que sin darme cuenta había bajado ese kilillo de más que había cogido y sin esfuerzo.
Pero tenía una cuenta pendiente con los hábitos que estaba adquiriendo y era el deporte.
Nunca he sido deportista, siempre he sido más de estar tirada en la playa que de caminarla de punta a punta o jugar a las palas. Siempre me ha gustado mucho más el sofá que de salir a correr o con la bici. Este es mi punto débil, la poca constancia en el deporte y la fuerza de voluntad. Muchas veces pienso que no es mi culpa, que dentro de mi casa de haber algún campo magnético que una vez traspaso, me obliga a hacer nada.
No conseguía salir a correr 20 minutos al día durante tres veces en semanas, ni tampoco hacer 10 minutos de yoga, ni mucho menos una tabla en mi casa con regularidad. Le di la vuelta a la tortilla y empecé a conseguir moverme porque sacaba todas las tardes a mi perrita a dar un paseo (me obligué sin quererlo a darle unos paseos bastante largos). Mi truco: me enchufaba el teléfono y comentaba todas las novedades con mis amigos y mi madre. Y así conseguía estar una hora paseando y sudando. Empecé a saber como calmar mi conciencia.
Pero insisto en mi idea de no autoflagelarse por no hacer más o menos deporte, por no saltarte nunca la dieta o por comerte una pizza en medio del reto. Yo lo he hecho todo, días de más deporte, otros de menos, un día de pizza y un día de lechuga. Lo importante aquí es no estar obsesionados con la idea de bajar kilos, la idea aquí es de ponerse como objetivo el bienestar y de tener días de caída libre en los que darte homenajes, al menos una comida a la semana, porque sino, no hay cuerpo que aguante, ni hemos venido a sufrir.
Anabel desde el otro lado de la mesa
En la consulta, desde el otro lado de la mesa lo que Sandra y yo vemos es que Isis lo va a conseguir, tardará más o menos, pero como siempre decimos, eso es lo de menos. Lo importante es conseguir el objetivo, y ella en estas semanas de dieta ha dado los tres pasos más importantes del #RetoAlbalá:
- Adaptar la dieta a su vida
- El tiempo no es importante, lo importante es el objetivo
- El objetivo final es adquirir hábitos saludables, es cambiar de vida
Isis es resolutiva, y como veis, es consciente de la importancia del deporte en nuestro día a día, sin embargo, como muchísima gente, no se veía capaz: era su lado débil.
¿Qué ha hecho? Adaptarlo a algo que le encanta: estar en contacto con su gente y con su perra, disfrutando de buenos paseos a buen ritmo.
Seguro que tú también eres capaz de encontrar algo que te guste a lo que poder meter movimiento.
¡Vamos! Anímate y salta del sofá 🙂